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?memoria de Manuela Via? (1929-2013)

 

Rosal? de Castro - Escolma po?ica - A mi madre



       

Estatua ?nai en Porri?"A mi madre", 1863

 

Rosal? 

de

Castro

   

- I -


?Cu? tristes pasan los d?s!...
?cu? breves... cu? largos son!...
C?o van unos despacio,
y otros con paso veloz...
Mas siempre cual vaga sombra
atropell?dose en pos,
ninguno de cuantos fueron,
un d?il rastro dej?

?Cu? negras las nubes pasan,
cu? turbio se ha vuelto el sol!
?Era un tiempo tan hermoso!...
Mas ese tiempo pas?
Hoy, como p?ida luna
ni da vida ni calor,
ni presta aliento a las flores,
ni alegr? al coraz?.

?Cu? triste se ha vuelto el mundo!
?Ah!, por do quiera que voy
s?o amarguras contemplo,
que infunden negro pavor,
s?o llantos y gemidos
que no encuentran compasi?...
?Qu?triste se ha vuelto el mundo!
?Qu?triste le encuentro yo!...



- II -


?Ay, qu?profunda tristeza!
?Ay, qu?terrible dolor!
?Tendida en la negra caja
sin movimiento y sin voz,
p?ida como la cera
que sus restos alumbr?
yo he visto a la pobrecita
madre de mi coraz?!

Ya desde entonces no tuve
quien me prestase calor,
que el fuego que ella encend?
aterido se apag?
Ya no tuve desde entonces
una cari?sa voz
que me dijese: ?hija m?,
yo soy la que te pari?

?Ay, qu?profunda tristeza!
?Ay, qu?terrible dolor!...
?Ella ha muerto y yo estoy viva!
?Ella ha muerto y vivo yo!
Mas, ?ay!, p?aro sin nido,
poco lo alumbrar?el sol,
?y era el pecho de mi madre
nido de mi coraz?!

- I -


?Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.

Ni van solos a la tumba,
?ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.

Mas cuando muere una madre,
?ico amor que hay aqu?
?ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.

- II -


Yo tuve una dulce madre,
concedi?amela el cielo,
m? tierna que la ternura,
m? ?gel que mi ?gel bueno.

En su regazo amoroso,
so?ba... ?sue? quim?ico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.

Mas la dulce madre m?,
sinti?el coraz? enfermo,
que de ternura y dolores,
?ay!, derriti?e en su pecho.

Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
muri?e la madre m?;
sent?rasgarse mi seno.

La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
?por eso yo no me he muerto!

.......................

 

- IV -


Ya toda luz se oscureci?en el cielo,
cubri?onse de luto las estrellas,
y de luto tambi? se cubri?el suelo,
entre risas, gemidos y querellas.

Todo en profunda noche adormecido,
s?o el rumor del hurac? se siente
y se parece su ?pero silbido
al silbido feroz de una serpiente.

?Cu? tenebrosa noche se prepara!...
Mas al abrigo de amoroso techo,
grato es pensar que la h?rida tormenta
no ha de agitar la colcha de mi lecho.

...................

 

- VIII -


Nunca permita Dios que yo te olvide,
mi santa, mi amorosa compa?ra:
?Nunca permita Dios que yo te olvide
aunque por tanto recordarte muera!

Venga hacia m?tu imagen tan amada
y h?leme al alma en su lenguaje mudo
ya en la serena noche y reposada,
ya en la que es parto del invierno crudo.

Y que en tu aislado apartamiento fiero,
tan ajeno del hombre y su locura,
velen, mi llanto y mi dolor primero,
al lado de tu humilde sepultura.


......................

 

 


- III -


Como en un tiempo dichoso
fui al campo por la ma?na,
que estaba hermosa y risue?,
que fresca y galana estaba;
fuime al romper de la aurora,
cuando tocaban al alba,
cuando a? los hombres dorm?n
y los jilgueros cantaban,
saltando de rosa en rosa,
volando de rama en rama.

Con su murmurio apacible,
solita la fuente estaba,
bajo el casta? frondoso
que tiernamente la guarda.
Y estaba la verde yerba
toda cubierta de escarcha.
Las tenues lejanas nieblas,
cual vaporosos fantasmas,
vagaban tristes y errantes
sobre las altas monta?s.

El lejano campanario
sobre las nieblas se alzaba,
con sus graciosos festones,
con su armoniosa campana.
Y en torno al humilde templo,
bajo su sombra guardadas,
ve?nse humildes chozas,
aun m? que la nieve blancas.

?Cu?ta pureza en la atm?fera!
?Cu?ta dulc?ima calma,
del cielo azul descendiendo,
en torno se respiraba!
Mas yo vestida de luto
y aun m? enlutada el alma,
bajo las ramas del bosque
bajo las ramas paseaba,
so?ndo en sue?s de muerte
que nos rasgan las entra?s.
Paseaba yo silenciosa,
paseaba yo solitaria,
mientras las aguas del r?
camino del mar rodaban.
En vano, en vano buscando
al ?gel de mi esperanza
que con sus alas ligeras,
hacia los cielos tornara.
?Pobre ?gel! pobre ?gel m?...
?Cu?to en la tierra te amaba!
?Mas c?o no amarte cuando
tus alas me cobijaban,
si fueron ellas mi cuna,
la cuna en que me arrullabas.
Si fueron mi dulce aliento
y el pa?, ay, Dios, de mis l?rimas!
Hora corren hilo a hilo.
Hora mis mejillas ba?n,
ba?n la tierra que piso
y en su amargura me empapan,
mas nadie viene, ?gel m?,
?ay!, nadie viene a enjugarlas.
..............................
Ya el sol ba?ba las cumbres
de las risue?s monta?s,
ya disiparan las nieblas,
las brisas de la ma?na;
ya despertaran los hombres,
ya no tocaban al alba,
cuando torn?de los campos,
paso tras paso a mi casa.
Dej?ala silenciosa
cuando sal?a la ma?na,
y silenciosa a mi vuelta,
m? que las tumbas estaba.
En la solitaria puerta
no hay nadie... ?nadie me aguarda!
ni el menor paso se siente
en las desiertas estancias.
Mas hay un lugar vac?
tras la cerrada ventana,
y un enlutado vestido
que cual desgajada rama
pende en la muda pared
cubierto de blancas gasas.
No est?mi casa desierta,
no est?desierta mi estancia...
Madre m?... madre m?,
?ay!, la que yo tanto amaba,
que aunque no est? a mi lado
y aunque tu voz no me llama,
tu sombra s? s?.. tu sombra,
?tu sombra siempre me aguarda!

Muchos lloran y lloran y se quejan,
y entre quejas y llantos y suspiros,
que hijos son del dolor,
la ruda fuerza del dolor mitigan,
cantando al son de lira cari?sa
con pla?dera voz.
Yo ni lloro, ni canto, ni me quejo,
mas en mi seno recogida guardo
la hiel del coraz?;
y por eso, vivir, vivo muriendo,
que sentir nadie sin morir pudiera,
?ay, lo que siento yo!

 


Escolma

Po?ica

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