Camino de Santiago
Experiencias de un peregrino
por
Teresa
M?quez Sanmart?
Publicado por la C?edra
Espa? de la UCES (Univ. de Cs. Empresariales y Sociales ) de Buenos Aires,
Octubre 2001.-
La proximidad (11/9/00) (P?. 43 a 44)
Dormitamos un poco m? hasta que aparecieron los primeros rayos de claridad, y
?arriba! Cumpliendo con el ritual cotidiano del ba?, recogiendo y armando la
mochila, calzando nuestras botas y tomando a nuestro amigo
inseparable, el bast?, dejamos el que fuera por una noche nuestro hogar y
fuimos a cargar combustible.
Los desayunos ten?n su particularidad; por lo general, en todos los poblados
hab? un solo lugar abierto a esa hora; entonces ca?mos todos de golpe y con
cierto apuro para no perder demasiado tiempo, y el pobre que atend? no daba
abasto. ?Cu?tas caras nuevas cada d?!
La marcha continuaba con nuevos pensamientos, otras sensaciones, otras emociones. Ahora o? el paso de aviones con m? continuidad; cuando cruz?amos alguna carretera, la intensidad del tr?ico era distinta. En algunas opor tunidades encontramos peregrinos que caminaban en sentido contrario, lo cual nos hac? pensar que hab?mos errado el camino, pero para nuestro asombro era que ya hab?n llegado a Santiago y regresaban tambi? caminando. ?Qu?voluntad! Nosotras que pens?amos que al llegar ?amos a caer desintegradas. En realidad, nada de eso sucedi? Evidentemente, la acci? de caminar est?tan incorporada que el impulso principal es seguir caminando.
La providencia volvi?a premiarnos y encontramos un peque? bosque, el ?timo
que cruzamos, y que nos llev?al pueblo de San Ant?. Continuamos ahora
bordeando la ruta. El paisaje en este tramo cambia, la mano del hombre se hace
presente y as?encontramos el primer monumento que nos indic?que entr?amos en
territorio de la ciudad de Santiago de Compostela. La emoci? era intensa, la
satisfacci? grande, el coraz? estaba henchido de orgullo. ?Y por qu?no?,
?somos humanos, no?
R? Lavacolla Seguimos caminando, nos faltaba el ?timo esfuerzo hasta llegar al Monte del Gozo. Mucho cemento y mucho calor hasta arribar a Lavacolla. All? llegamos bastante cansadas, los pies herv?n y la mochila resultaba insoportable. Nos detuvimos en un bar, yo le hice un masaje a Cristina, ya que se la ve? muy cansada. A m? como nunca antes en el camino, me dobl?la emoci?. Quiz?fue el recuerdo de mis padres y de su lucha en Am?ica por una vida mejor que no pudieron conseguir, quiz? en relaci? a su esfuerzo y tan lejos de su tierra. Creo que el pensar en esto me llen?de angustia y rebeld?. Por eso no dejo de pensar en los que ahora tienen que irse de Argentina por la dif?il situaci? ec?omica que se est?viviendo, porque cuando uno se aleja de su pa? por necesidad, siempre quedan huellas profundas en el alma.
Lavacolla tiene un r?, ahora bastante seco, en donde antiguamente los
peregrinos se ba?ban para quitarse todas las impurezas del esp?itu y la
suciedad del cuerpo, para poder llegar limpios ante Santiago.
Monte do Gozo
Seguimos un camino de cemento y pasamos por el edificio de la televisi?
espa?la, "TVE", hasta llegar a un club con una hermosa pileta, donde la
gente estaba disfrutando del caluroso d? ba?ndose en ella. Entramos a
descansar y a tomar un refresco. Y as? entre el cemento, la
urbanizaci? y el calor, nos ?amos acercando al Monxoi o Monte del
Gozo, que es la colina m? alta del poblado de San Marcos.
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Queremos agradecer ?profesora Teresa M?quez Sanmart? por enviarnos esta
publicaci?.
Para contactarse coa autora podedes facelo a :
peregrinosdelcamino@yahoo.com.ar
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