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?memoria de Manuela Via? (1929-2013)

Camino de Santiago

Experiencias de un peregrino

 

por   Teresa  M?quez  Sanmart? 
Publicado por  la C?edra Espa? de la UCES (Univ. de Cs. Empresariales y Sociales ) de Buenos Aires, Octubre 2001.-


La proximidad  (11/9/00)    (P?. 43 a 44)


Dormitamos un poco m? hasta que aparecieron los primeros rayos de claridad, y ?arriba! Cumpliendo con el ritual cotidiano del ba?, recogiendo y armando la mochila, calzando nuestras botas y tomando a nuestro amigo Camino de Santiago inseparable, el bast?, dejamos el que fuera por una noche nuestro hogar y fuimos a cargar combustible. 
Los desayunos ten?n su particularidad; por lo general, en todos los poblados hab? un solo lugar abierto a esa hora; entonces ca?mos todos de golpe y con cierto apuro para no perder demasiado tiempo, y el pobre que atend? no daba abasto. ?Cu?tas caras nuevas cada d?!

La marcha continuaba con nuevos pensamientos, otras sensaciones, otras emociones. Ahora o? el paso de aviones con m? continuidad; cuando cruz?amos alguna carretera, la intensidad del tr?ico era distinta. En algunas opor tunidades encontramos peregrinos que caminaban en sentido contrario, lo cual nos hac? pensar que hab?mos errado el camino, pero para nuestro asombro era que ya hab?n llegado a Santiago y regresaban tambi? caminando. ?Qu?voluntad! Nosotras que pens?amos que al llegar ?amos a caer desintegradas. En realidad, nada de eso sucedi? Evidentemente, la acci? de caminar est?tan incorporada que el impulso principal es seguir caminando. R? Lavacolla

La providencia volvi?a premiarnos y encontramos un peque? bosque, el ?timo que cruzamos, y que nos llev?al pueblo de San Ant?. Continuamos ahora bordeando la ruta. El paisaje en este tramo cambia, la mano del hombre se hace presente y as?encontramos el primer monumento que nos indic?que entr?amos en territorio de la ciudad de Santiago de Compostela. La emoci? era intensa, la satisfacci? grande, el coraz? estaba henchido de orgullo. ?Y por qu?no?, ?somos humanos, no? 

R? Lavacolla Seguimos caminando, nos faltaba el ?timo esfuerzo hasta llegar al Monte del Gozo. Mucho cemento y mucho calor hasta arribar a Lavacolla. All? llegamos bastante cansadas, los pies herv?n y la mochila resultaba insoportable. Nos detuvimos en un bar, yo le hice un masaje a Cristina, ya que se la ve? muy cansada. A m? como nunca antes en el camino, me dobl?la emoci?. Quiz?fue el recuerdo de mis padres y de su lucha en Am?ica por una vida mejor que no pudieron conseguir, quiz? en relaci? a su esfuerzo y tan lejos de su tierra. Creo que el pensar en esto me llen?de angustia y rebeld?. Por eso no dejo de pensar en los que ahora tienen que irse de Argentina por la dif?il situaci? ec?omica que se est?viviendo, porque cuando uno se aleja de su pa? por necesidad, siempre quedan huellas profundas en el alma. 

 Lavacolla tiene un r?, ahora bastante seco, en donde antiguamente los peregrinos se ba?ban para quitarse todas las impurezas del esp?itu y la suciedad del cuerpo, para poder llegar limpios ante Santiago. 
Monte do Gozo

Monte do Gozo  

Seguimos un camino de cemento y pasamos por el edificio de la televisi? espa?la, "TVE", hasta llegar a un club con una hermosa pileta, donde la gente estaba disfrutando del caluroso d? ba?ndose en ella. Entramos a descansar y a tomar un refresco. Y as? entre el cemento, la urbanizaci? y el calor, nos ?amos acercando al Monxoi o Monte del Gozo, que es la colina m? alta del poblado de San Marcos. 

 


- Queremos agradecer ?profesora Teresa M?quez Sanmart? por enviarnos esta publicaci?.
  Para contactarse coa autora podedes facelo a : peregrinosdelcamino@yahoo.com.ar



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