Camino de Santiago
Experiencias de un peregrino
por
Teresa
M?quez Sanmart?
Publicado por la C?edra
Espa? de la UCES (Univ. de Cs. Empresariales y Sociales ) de Buenos Aires,
Octubre 2001.-
La esperanza (5/9/00) (P?. 25 a 27)
A la ma?na siguiente nos levantamos con alegr? y deseosas de comenzar la marcha. Fotos de por medio, abandonamos 0 Cebreiro. All?comenz?el descenso. Al principio est?amos contentas con las bajaditas que nos propon?n los distintos tipos de suelo, pero despu? aprendimos que las bajaditas eran proporcionales a las subiditas y ?tas ya no nos alegraban tanto.
Credencial del Peregrino. Es indispensable presentarla con sus sellos correspondientes para lograr la Compostela
Llegando a Triacastela
El camino era precioso y el cielo tan azul que parec? haber sido
pintado por los ?geles. Ten?mos que llegar a Triacastela, a 22km.
Cruzamos algunos pueblitos como Linares, el Hospital de la Condesa y
Ad?nelo, y en este trecho nos encontramos con varios peregrinos a
caballo.
Desayunamos en Alto de Poio, a una altura de 1.337 metros. Despu? de una
subida bastante exigente para nuestras piernas, descansamos junto a
otros peregrinos, sellamos nuestra credencial, algo b?ico para que
despu? nos den la Compostela al final del camino, y continuamos por un
trecho de ruta que por suerte permite retomar r?idamente el verdadero
camino.
Los poblados que encontr?amos, como Fonfr?, Biduedo, As Pasantes, parec?n que estuvieran abandonados. Pero en realidad, no es as? En uno de ellos sali?a nuestro encuentro una mujer grande, con un plato de panqueques, y nos los ofreci? pero, como acab?amos de desayunar, no se los aceptamos. ?Qu?descorteses fuimos! Por alg? motivo, esa mujer qued?grabada en mi memoria, porque quiz?me record? en primer lugar, a mi abuela, llamada Preciosa, cuando hac? sus deliciosos panqueques, y en segundo lugar por su sonrisa amplia, su ropa negra, rodeada de antiguas construcciones de piedra, tan caracter?ticas de Galicia.
El ?timo trecho nos exigi?un intenso esfuerzo. El cansancio y el calor se sent?n con gran intensidad. En esos momentos, el bast? se transforma en un aliado y amigo, ya que durante muchas horas, entre tantas subidas y bajadas, adem? del peso de la mochila, el cuerpo pierde su centro de gravedad y aqu? sirve de sost? para no caer.
Quiero aqu?hacer una referencia especial con respecto a mi bast? ya que Tino
se lo hab? comprado a un personaje muy pintoresco, que se hace llamar "el
?timo templario". Este hombre tiene un albergue invadido por la suciedad, las
chinches y dem? fauna, como lo defini?mi amigo, y cada vez que llega un
peregrino toca una peque? campana, en recuerdo de lo que se sol? hacer en la
Edad Media para guiar a los peregrinos cuando hab? mucha niebla en el camino.
Aclaro que el bast? o "bord?", como se dice all? es una simple rama de ?bol.
Sin embargo, para m? este bord? ha tenido un gran valor y, por supuesto, no
pude evitar traerlo conmigo a Buenos Aires.
Durante el trayecto cometimos el error de no detenernos para almorzar, as?que
cuando quisimos hacerlo ya no ten?mos d?de. Entonces no hubo m? remedio que
seguir caminando con el est?ago vac?.
Llegamos a las 15.30 hs. ?Qu?maravilla! A pesar de que el cuerpo estaba
cansado, el esp?itu se sent? pleno y la primera etapa hab? sido cumplida. No
pod?mos creer los kil?etros que hab?mos recorrido en tan pocas horas. Para
mis amigas y para m?era la primera vez que hac?mos una caminata semejante y
sin ning? entrenamiento especial previo. As?confirm?mi teor?, que dice que
si uno combina convicci? con voluntad, todo lo que se propone puede lograrlo.
Triacastela Nos dirigimos al albergue. Por suerte, esta vez hab? cama. As?que nos acomodamos, nos ba?mos, descansamos y salimos a recorrer. La ciudad de Triacastela es hermosa, antigua y con larga historia, famosa por sus tapices y alfombras hechos a mano. Alfonso IX fue el gran benefactor de esta ciudad, y quiso hacer de ?ta una gran ciudad aunque finalmente no tuvo demasiado ?ito, salvo por el auge que alcanz?en el siglo XIII, esto dio lugar a fuertes discusiones entre las sedes de las ciudades de Lugo y Le?. Por este motivo, Triacastela sigui?siendo un peque? poblado rural. Los antiguos peregrinos al salir de ella recog?n piedras de una cantera vecina y las llevaban a los hornos de cal de Casta?da (Arz?), colaborando as?en la construcci? de la Catedral de Santiago. ?Y nosotros nos quej?amos del peso de nuestra mochila!
La ciudad de Triacastela tuvo adem? un hospital para peregrinos, cuya
construcci? a? se conserva, llamada Casa Pedreira. Su iglesia tiene un ?side
de estilo rom?ico y sus torres son de fines del siglo VIII con remates
barrocos.
Posee una valiosa Cruz realizada en el siglo XII y una estatua ecuestre del
Ap?tol Santiago. La iglesia fue reconstruida en 1790 y a? se conservan en la
torre los blasones de los tres castillos que dieron nombre a la ciudad.
All?asistimos a una misa conmovedora. El sacerdote, padre Augusto Losada L?ez,
emanaba una gracia especial y mucha cordialidad. El fue quien nos habl?sobre
los distintos aspectos religiosos del camino; tambi? le hice una pregunta
personal y su respuesta fue como sacarme una peque? espina que estaba en mi
coraz? desde hac? muchos a?s. Un momento realmente ?ico.
Seguimos recorriendo ese apacible lugar mientras el atardecer iba inundando el
paisaje y la calma se adue?ba de nuestro cuerpo y nuestra mente; era hora de
concluir la jornada as?que nos fuimos a cenar y a dormir, entreg?donos a los
misterios nocturnos, que deben ser los mismos en todos los mundos.
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Queremos agradecer ?profesora Teresa M?quez Sanmart? por enviarnos esta
publicaci?.
Para contactarse coa autora podedes facelo a :
peregrinosdelcamino@yahoo.com.ar
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